Por una subida del salario mínimo

Artículo publicado en Economistas Frente a la Crisis el 22/12/2020

Recuperar la demanda, favorecer a los más vulnerables

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Economistas Frente a la Crisis

Sería un grave error no subir en 2021 el SMI.

El debate sobre la subida del SMI para el próximo año ha sido abierto, desde algunas posiciones del Gobierno, negando absolutamente cualquier incremento del mismo con argumentos poco convincentes –no es el momento, se aduce– y con manifestaciones expresadas con una rotundidad carente de todo fundamento que ponen en evidencia un cierto grado de desconocimiento del funcionamiento de la economía y de las necesidades del momento. Los países más desarrollados de Europa tienen salarios mínimos más elevados que los de España y en la gran mayoría de casos se están planteando una subida de esos mínimos. Los motivos para que en España el incremento de SMI sea efectivo son realistas y nada ideológicos:

  1. La crisis sanitaria y la crisis económica están aumentando a niveles intolerables las desigualdades en nuestro país. Los datos al respecto son incuestionables. Y son precisamente los ciudadanos más vulnerables los que están sufriendo una situación que no puede ser calificada más que de trágica.
  2. Las razones para abordar una cierta subida del SMI no son solo sociales; las macroeconómicas son también importantes. Su desarrollo más preciso se ha explicado, con datos extensos y argumentos robustos, por parte de Economistas Frente a la Crisis (EFC) en diferentes trabajos. Recordemos algunos elementos clave:

a) Los costes de unas empresas son, en realidad, ingresos de otras. El aumento de la velocidad de circulación del dinero, en situaciones de depresión, estimula la economía. Lo hemos comprobado en otros momentos bastante próximos. Es preciso recordarlo: la subida del SMI no entraña pérdidas para el sistema económico. Al contrario, permanecerá íntegramente operando dentro del mismo sin pérdida ninguna y estimulará el crecimiento agregado y la actividad del conjunto de la economía y, obviamente, de las propias empresas. Algo que es hoy más necesario que nunca. Es su ausencia lo que ocasionará pérdidas para la economía nacional.

b) Los salarios más bajos se dedican, de forma íntegra, al consumo, debido a la elevada propensión al mismo, derivada del grado de necesidad de esas familias. No a la especulación ni a extraer recursos del sistema económico. Su crecimiento se destina de forma inmediata al consumo, principal y decisivo componente de la demanda agregada. En consecuencia, constituyen la mejor de las herramientas para la reactivación de la economía.

c) Los precios no son, en esta coyuntura caracterizada por la extrema debilidad de la demanda, un problema porque se encuentran en un escenario deflacionario en 2020, y en todo caso, en tasas muy bajas desde hace años y sin previsibles tensiones en el corto plazo. Esto, que causa un enorme perjuicio para la actividad económica, debe corregirse con políticas de gasto que estimulen los multiplicadores que impulsan el crecimiento, aminorando la depresión. De forma más regular y constante, la mejora de la capacidad adquisitiva de la población se convierte en una palanca determinante a través de la mejora del salario mínimo.

d) Las conductas de todos los agentes económicos tienen bases sólidas en las percepciones, en las expectativas. Actuar sobre el SMI infiere un mensaje positivo hacia la sociedad. La sinergia emerge, la confianza se asienta.

3. El crecimiento económico no puede descansar, en manera alguna, sobre la depreciación salarial o sobre su congelación, que solo causa el efecto contrario. No nos hace más competitivos; nos hace más precarios. Lo vimos en la Gran Recesión; se ha observado y analizado en otras crisis precedentes. No tener en cuenta la capacidad de consumo de la población, limitándola, se acaba pagando: fiscalmente, económicamente, socialmente y, también, políticamente. En paralelo, se alimenta la peligrosa desigualdad social.

4. En este sentido, luchar contra esa desigualdad debe ser, además de estimular el crecimiento, un objetivo prioritario para un Gobierno progresista. Y no puede ser que sea este Ejecutivo el que esté dispuesto a crear, negando toda subida del salario mínimo, un precedente que podría ser utilizado, en su momento, por la conjunción de las derechas. Históricamente, el SMI solo se congeló en 2012 y 2014, inserto en las nefastas políticas de austeridad extrema que hundieron nuestra economía. Rubriquémoslo: un gobierno de coalición progresista cometería un grave error congelando el SMI. Un error y un precedente detestable para el futuro.

5. Nuestros conciudadanos vulnerables necesitan un gesto simbólico que tendrá más fuerza que las nimias cantidades sobre las que se discute. Si es por el fuero, la evidencia económica apunta en la dirección contraria. Si es por el contenido material de la subida, carecen de base y de fundamento los argumentos en contra. La actualización del SMI para 2021 debería garantizar, al menos, que no perderá poder de compra en ese año, y que no retrocederá en el loable objetivo que se ha marcado este Ejecutivo para final de la legislatura: que su cuantía sea equivalente al 60% del salario medio del país, como recomienda la Carta Social Europea. 

6. La pandemia está teniendo un impacto económico más intenso en las mujeres, que se enfrentan a un mayor nivel de precariedad y pobreza laboral, lo cual las hace más vulnerables ante una situación de contracción de la actividad económica. Esta realidad es especialmente acusada en aquellos colectivos más precarizados: mujeres jóvenes, las que tienen una menor cualificación y las mujeres migrantes. Según datos de la Encuesta de Estructura Salarial del INE, en 2018, un 20,6% de mujeres tenían ingresos salariales menores o iguales al Salario Mínimo Interprofesional frente al 8,2% de hombres. Sumando a la perspectiva de género la de edad, nos encontramos con que un porcentaje muy alto de los jóvenes, con una mayor incidencia, de nuevo, en la mujer, cobran mensualmente una cantidad menor que el SMI. Las mujeres jóvenes y precarizadas, es decir, las más vulnerables, serían por tanto las más beneficiadas por la subida del SMI. ¿Puede permitirse el Gobierno de coalición progresista lanzar un mensaje de congelación salarial a las trabajadoras de primera línea, las que han asumido el peso de los cuidados y los afectos durante la pandemia?

7. Por razones sociales y políticas pero, muy en particular, por razones económicas. La posición de EFC es clara, y lo ha sido siempre: estamos en contra de los desequilibrios que desestabilizan la economía y que supongan dislocaciones políticas y erosión en la convivencia social. Se ha expuesto con claridad meridiana, en múltiples ocasiones y con profusión de datos. Ahora queremos, una vez más, recordarlo con un frontispicio rotundo que nos avala: nunca hemos hecho propuestas no asumibles para nuestra economía. Cuando proponemos reactivar la economía, aumentando el gasto público y el gasto privado, siempre lo hacemos sobre instrumentos e impulsos razonables. Y este es ahora -no lo fue antes- el consenso de los organismos económicos internacionales.

Por todo ello, pedimos al Gobierno que considere la elevación del SMI como una acción de justicia, que ayude a los más débiles a transitar por una etapa muy dura, en la que la solidaridad deberá dar la mano a la macroeconomía para preservar la cohesión social. Por razones sociales y por razones económicas -unas y otras se superponen y se refuerzan- es ahora y no en otro momento cuando es más oportuna y necesaria una subida del SMI.

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